Un muerto que
son dos o, quizá, en verdad sólo uno. Un escritor sin ideas que se convierte en
investigador privado, un baúl cargado de libros que se termina siendo una
librería... estos son algunos de los elementos que Ramiro Pinilla (Bilbao,
1923), se saca de la chistera de mago de las palabras para su última novela, Solo
un muerto más.
Desde el
interior mismo del texto, Ramiro Pinilla escribe una novela negra no al uso,
aunque sí con los elementos clásicos de la misma, pero que el escritor hace
llegar más allá con aderezos de honda literatura. Una trama bien construida que
atrapa, que propone que sea el lector quien vaya descubriendo los
acontecimientos a medida que se suceden, no dando pistas falsas, ni extraños
giros sin sentido. Desde la primera página, Ramiro Pinilla nos deja claro que
vamos a ser una especie de Doctor Watson del investigador.
Sancho
Bordaberri, cansado de recibir sus novelas devueltas de las editoriales, decide
investigar un crimen cometido hace tiempo en Getxo, y nunca resuelto. Para ello
decide convertirse en Samuel Esparta, Investigador Privado. Ese crimen le
proporcionará un “tema” para la novela. Los gemelos Altube son atados a una
argolla de pesca en la playa, esperando que suba la marea. Uno muere y el otro
no. Este es el punto de partida de la investigación.
Lo que Ramiro
Pinilla hace, con acierto y maestría, es llenar de literatura la novela negra,
crear la historia de la nada, desde el prisma de Sancho Bordaberri, escritor.
Crea, a través del escritor, la trama y el personaje (Samuel Esparta), dotando
al texto, además, de un profundo sentido humano.
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