viernes, 13 de abril de 2012

SIN EMBARGO




Sarinagara, de Philippe Forest (Paris, 1962), es una novela que bien podría pasar por literatura japonesa, ya que está escrita con ese respeto absoluto que por ciertos personajes presenta los textos nipones. Intercalando las biografías de tres personajes de Japón -el novelista Soseki, el poeta Kobayashi Issa y el fotógrafo Yoseke Yahamata-, con la experiencia vital del propio autor, en un viaje que pretende ser, de alguna manera, una conjura contra el dolor por la perdida de su hija, el texto nos adentra en la íntima reflexión sobre la búsqueda de la emoción personal. Así las cosas, podríamos decir que este novela es, en realidad, tres biografías, pero no lo es; también podríamos apuntar la posibilidad de estar leyendo una novela de autobiografía, pero tampoco; incluso un libro de viajes, de paisajes y soledades, pero, en definitiva, no siendo, al uso, ninguna de las tres, son las tres en su conjunto.
A la fuerza de lo efímero, representada por los haikus de Kobayashi Issa, traspone el autor su inquebrantable precariedad y su vértigo al vacío, a la soledad absoluta. A los textos de Soseki, duros y pesimistas, Forest se aferra como a una arista para comprender su triste condición, el revés del destino. Y con las fotografías de Yoseke Yahamata, entiende el dolor compartido, la barbarie de lo incomprensible y el estado lamentable del mundo.



Aunque la composición del texto pueda resultar extraña, incluso liosa, el engranaje es perfecto. Philippe Forest hace un ejercicio de alquimista al ir cosiendo, con el fino hilo de la literatura, todas las historias que no son más que la misma historia, la del ser humano solo ante su dolor, su destino, y su vida.

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